Erradicar la violencia contra las mujeres: una apuesta global e iberoamericana

Los países de la región unen esfuerzos para fortalecer sus acciones para prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres.

La violencia contra las mujeres es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y persistentes en el mundo (ONU, 2022) y constituye un problema de salud pública global (OMS, 2021). Es tanto una causa como una consecuencia de la desigualdad de género, y se manifiesta de múltiples formas. Abarca, entre otras, la violencia física, sexual y psicológica que se produce en el seno de la familia o de la comunidad, así como la perpetrada o tolerada por el Estado.

Tiene múltiples consecuencias -incluso mortales– en la salud y el bienestar de las mujeres, tanto a corto como a largo plazo, pero también en sus familias y comunidades. Repercute en el desarrollo de los países y tiene consecuencias económicas, asociadas por ejemplo al aumento de gastos en atención de salud y servicios jurídicos y a pérdidas de productividad (ONU Mujeres, 2022).

Recientemente la OMS (2021) ha publicado estimaciones para el periodo 2000-2018 sobre la prevalencia de dos de las formas más comunes de violencia contra las mujeres: la violencia de pareja y la violencia sexual fuera de la pareja. Según el estudio, el 26 % de las mujeres mayores de 15 años que han estado casadas o en pareja han vivido en algún momento de su vida violencia física y/o sexual a manos de su compañero. A su vez el análisis revela que este tipo de violencia comienza temprano: se estima que casi una de cada cuatro mujeres adolescentes (15 a 19 años) que ha estado en pareja ha sido objeto de ella.

Por otro lado, se calcula que el 6% de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido violencia sexual a manos de personas que no eran su pareja, al menos una vez en su vida. En síntesis, casi una de cada tres mujeres mayores de 15 años (30%) ha sufrido alguno de los dos tipos de violencia señalados. Esta cifra equivale a 736 millones de mujeres en todo el mundo. Cabe destacar que cada día 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia. Se calcula que, de las 87.000 mujeres asesinadas intencionadamente en 2017 en todo el mundo, más de la mitad murieron a manos de sus familiares o parejas íntimas (ONU Mujeres, 2022b con datos de UNODC).

La pandemia de la COVID-19 ha expuesto todavía más a las mujeres a conductas violentas, a causa de medidas como los confinamientos y las interrupciones de los servicios de apoyo vitales. Según un informe publicado por ONU Mujeres (2021), basado en encuestas realizadas en 13 países de todas las regiones, cerca de una de cada dos mujeres reconoce haber pasado por experiencias directas o indirectas de violencia desde que comenzó la pandemia.

Luego de varias décadas de movilizaciones de organizaciones de mujeres, la erradicación de la violencia de género está hoy en las agendas nacionales e internacionales. A nivel global, dos de los principales hitos fueron la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de 1993 y la Plataforma de Acción de Beijing de 1995. Estos compromisos se reforzaron en los años siguientes con la firma de distintos acuerdos, entre los que se destaca su inclusión en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a través de metas concretas (5.2 y 5.3), que marcan un firme mandato para el progreso.

La erradicación de la violencia contra las mujeres ha sido foco central de las políticas nacionales de igualdad, que han ido avanzando desde un enfoque inicial centrado en la violencia doméstica hasta abordar sus múltiples manifestaciones. Sin embargo, a pesar de estos importantes esfuerzos continúan existiendo muchos desafíos, por ejemplo, en la aplicación de estas leyes, en la prevención de la violencia y en la lucha contra la impunidad (ONU Mujeres, 2022).

Partiendo de este contexto, en la XXVII Cumbre de Andorra, los jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica aprobaron la Iniciativa Iberoamericana para Prevenir y Eliminar la Violencia Contra las Mujeres, con la adhesión de 10 países. La Iniciativa, que se encuentra dando sus primeros pasos, será la primera plataforma permanente de cooperación de la región en esta temática y buscará consolidar un marco común de referencia (SEGIB, 2021).

Entre sus ejes de trabajo están: (1) impulsar el desarrollo y fortalecimiento de políticas públicas y leyes integrales, (2) mejorar la atención, protección y reparación integral de mujeres víctimas/supervivientes de violencia, y (3) fortalecer el alcance de los programas y planes de prevención de la violencia contra las mujeres en Iberoamérica.

Todo esto desde un enfoque de derechos humanos e interseccionalidad, con el objetivo de responder a las necesidades de las mujeres en toda su diversidad, en particular de aquellas que sufren múltiples formas de discriminación, como son las mujeres indígenas y afrodescendientes, las migrantes, las adolescentes, las adultas mayores, las mujeres de zonas rurales o las que tienen alguna discapacidad, entre otras.

Marzo de 2022

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Fuente: SEGIB a partir de OMS (2021), ONU (2022), ONU Mujeres (2022), (2022b), (2021) y SEGIB (2021).