Gestión de desastres y construcción de una región más resiliente frente a la crisis de la COVID-19

Las iniciativas para el intercambio de capacidades nacionales, conocimientos y experiencias en este sector, han aumentado en el marco de la Cooperación Triangular de Iberoamérica.

Los sistemas nacionales de gestión de riesgo de desastres y las organizaciones con experiencia en el tema tienen mucho para aportar en la elaboración de respuestas ante la crisis del nuevo coronavirus, ya que están preparadas para analizar el riesgo de manera multidimensional, y las debilidades y capacidades de los distintos sectores (Burón, 2020). Su experiencia acumulada permite fortalecer la resiliencia y la preparación frente a la crisis.

La propia OMS (2020), en su estrategia frente a la COVID-19, dice que “para proporcionar una gestión coordinada de la preparación y respuesta a la COVID-19, deben activarse mecanismos nacionales de gestión de emergencias de salud pública” y añade que “en algunos contextos, esto puede llevarse a cabo con el apoyo de la autoridad nacional de gestión de desastres o de otras autoridades de gestión de crisis.”

En la misma línea, un estudio del Banco Mundial (2020) sobre la experiencia de Asia-Pacífico en la respuesta a la COVID-19, identifica tres grandes modalidades de coordinación intergubernamental: liderazgo directo de la máxima autoridad del Gobierno, del Ministerio de Salud o del Sistema Nacional de Gestión de Desastres (SNGD). Y aunque cada una de ellas tiene ventajas comparativas, en el caso de la tercera, el estudio muestra que las respuestas lideradas o coordinadas por los SNGD pueden propiciar un rápido ajuste de las medidas de preparación, que tomen en cuenta distintos tipos de riesgos.

De hecho, el papel que este tipo de experiencia puede jugar es muy importante no solo en la primera fase, coincidiendo con la necesaria atención a la emergencia, sino también en etapas posteriores de cara a la recuperación, e incluso la prevención y previsión de futuras pandemias. Asimismo, los riesgos de desastres naturales se combinan con la emergencia sanitaria, complejidad que es necesario abordar poniendo foco en las personas, especialmente en los más vulnerables. Un ejemplo de ello sería el devastador paso de los huracanes Eta e Iota por las regiones centroamericana y caribeña durante el mes de noviembre de 2020, en plena crisis de la COVID-19. En este mismo sentido, la Oficina Europea de Cruz Roja (2020) advierte que, en este tiempo, la buena gobernanza del riesgo de desastres es más importante que nunca para asegurar que nadie quede atrás, tal como pregona la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

En este contexto, cabe destacar la creciente importancia que han tenido las iniciativas impulsadas para fortalecer capacidades relativas a la Gestión de desastres en el marco de la Cooperación Triangular. En efecto, tal y como sugiere el siguiente gráfico, el número de acciones y proyectos triangulares dedicados a la Gestión de desastres ha ganado terreno en los últimos años, aumentando tanto en términos relativos como absolutos, sobre todo desde 2014 hasta 2019, periodo en que las iniciativas de este tipo se cuadruplicaron. De hecho, en 2019 Gestión de desastres agrupó 8 acciones y 6 proyectos, lo que representa casi la décima parte de las iniciativas que estaban en ejecución en ese año.

Gráfico. Evolución de los proyectos y acciones en el sector Gestión de desastres. 2007-2019. En unidades y como porcentaje del total de iniciativas en ejecución en cada año

Fuente: SEGIB a partir de Agencias y Direcciones generales de Cooperación

Para profundizar un poco más en el contenido concreto de la CT de la región en Gestión de desastres, se describirán a continuación algunos de los proyectos y acciones de 2019 ejecutados en este sector. Por un lado, se encuentran las acciones de Kizuna, una iniciativa de cooperación entre Japón y Chile que funciona desde 2015 y a través de cursos, seminarios, magíster y diplomados aborda temas como tsunamis, terremotos, incendios forestales, para construir una región más resiliente, y mejorar entre otras cosas la preparación de la población, los tiempos de respuesta y procesos de reconstrucción. Además, el proyecto Kizuna pone especial énfasis en la creación de una red a nivel regional en reducción de riesgos de desastres. (AGCID, 2020)

En cuanto a los proyectos de 2019, las alianzas establecidas son muy diversas y los temas abordados también. Dos de ellos tienen a Brasil y la OEA como oferentes en el marco del Fondo Brasilero de Cooperación en la OEA (FBC/ OEA): uno en rescate de personas y otro en incendios urbanos. A su vez otros dos son apoyados por el Fondo Regional de Alemania para la Cooperación Triangular en América Latina y el Caribe. En particular, uno de los anteriores, procura fortalecer el Sistema de Alerta Temprana (SAT) de República Dominicana, especialmente en la comunicación interinstitucional y emisión de alertas ante eventos hidrometeorológicos.

Este último proyecto es un buen ejemplo que sirve para ilustrar cómo las capacidades compartidas por los países en Gestión de desastres mediante la Cooperación Triangular en los últimos años pueden haber fortalecido también la respuesta de nuestra región ante la pandemia de la COVID-19, ya que muchos aspectos claves como la coordinación intersectorial y la comunicación adecuada son comunes a los desastres de origen natural y las emergencias sanitarias.

Octubre de 2021

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Fuente: SEGIB a partir de Burón (2020), Oficina Europea de Cruz Roja (2020), OMS (2020), Banco Mundial (2020) y página web de AGCID (2020).

Fotografía: Jonathan Ford en Unsplash